La
contaminación del Lago de Atitlán no solo impacta en el medio ambiente, según
autoridades locales, quienes aseguran que gran parte de la población depende de
lo que se genera por medio de turismo.
Cristóbal Álvarez, síndico primero de San
Juan La Laguna, asegura que la contaminación del Lago es un tema de interés
nacional, el cual ha ido aumentando de la mano con el crecimiento poblacional,
por lo que cree que es necesario que todos se unan a los esfuerzos por
conservar esa fuente de agua.
Agregó que en el municipio están en alerta,
pues una parte de la población utiliza el agua de Lago para consumo familiar.
Además, dijo que la comuna impulsa proyecto de protección ambiental, pero
debido a la falta de recursos propios se les dificulta la ejecución.
Añadió que el tema de
recaudación es complicado, pues, por ejemplo, en la recolección de basura la
comuna invierte más de Q95 mil al mes, pero solo recauda entre Q5 mil y Q10 mil
por la prestación de ese servicio.
El Lago de Atitlán es uno de los recursos hídricos más importantes
de Guatemala, pero la calidad de sus aguas se deteriora con rapidez, ya que más
de 1.6 millones de metros cúbicos de aguas servidas llegan cada año al manto
acuífero.
Con esos niveles de contaminación, el futuro no es muy prometedor
para el Lago, en el que desde el 2009 florecen cianobacterias que se alimentan
del fósforo y nitrógeno que producen las aguas provenientes de los servicios
sanitarios y pilas de los 15 municipios de la cuenca.
Panajachel. “Ya no hay muchos cangrejos ni muchos
pescados”, se lamenta Tomás, pescador y lanchero que a sus 71 años ha visto
cómo la contaminación ha asfixiado el lago de Atitlán, una de las principales
zonas turísticas de Guatemala por su belleza natural.
La lancha en la
que descansa el anciano es mecida por pequeñas olas que chocan en una de las
orillas del lago rodeado por tres imponentes volcanes, testigos de la
decadencia de esa maravilla en el oeste indígena.
Cerca de la
embarcación unos niños juegan y otro pescador lanza su red intentado atrapar
algo pero el horror está a pocos metros de allí.
Le siguen la
basura sólida y los químicos usados en las actividades agrícolas en los 15
poblados mayas kaqchikel, tz’utujil y k’iche’ que rodean el lago enclavado
entre montañas a 1.562 metros sobre el nivel del mar, con un espejo de agua de
125 km2 y una profundidad máxima de 320 metros.
Además de su
belleza natural, Atitlán también atrae por las leyendas que se tejen sobre
este. Algunas teorías apuntan a que el aviador y escritor francés Antoine de
Saint-Exupéry se inspiró en el Cerro de Oro para dibujar la silueta del
elefante y la boa en el libro “El Principito”
Otro relato
mágico cuenta sobre el Xocomil, un fuerte viento que
azota las aguas y que tiene origen en el amor trágico de una princesa y su amado.